– PÍLDORAS DE BIENESTAR –
Entro en el cercanías después de un choque frontal. Era un chico que estaba mirando el móvil. Llego al andén y saco mi móvil para ver cómo va la última publicación que he hecho en facebook. Levanto la vista de mi pantalla y veo a varias personas como yo con los ojos pegados a sus dispositivos. De unas 20 personas que estamos en el andén sólo una lleva las manos vacías. Me da que pensar. Bloqueo el móvil y lo meto en mi mochila. Llega el tren, subo y disfruto del viaje mirando por la ventana. ¿Te suena? Por eso quiero reflexionar sobre esto de pongamos el móvil en modo off.
Una realidad demasiado real
Por dar unos datos, según uno de los últimos informes presentado por la consultora de estrategia digital Ditrendia, los españoles pasamos una media de 2 horas y 34 minutos frente al móvil y el 61 % de los españoles mira el teléfono cinco minutos después de levantarse. Y como las medias, medias son, hay quienes apenas lo usan y otros que duplican o triplican ese tiempo.
Nos estamos haciendo cada vez más dependientes de los smartphones. Se han convertido en una extensión de nuestro brazo. No es cosa de los más jóvenes, aquí todos pecamos. El ejemplo que he comentado al iniciar esta entrada, seguro que también lo has vivido. El ser dependiente de algo nos crea una necesidad. Usamos el móvil para todo: para ver el tiempo, lo que tarda el tren, para comprar una entrada, para ver el correo, por no hablar del mundo infinito de las redes sociales. Es un suma y sigue. Y cada vez va a más.
Miedo a la desconexión
Se ha creado el término de nomofofia (no-mobile-phone phobia) para hacer referencia al miedo irracional a estar sin teléfono móvil. Ansiedad, irritación, sensación de que te falta algo o no estás conectado…
A todo lo anterior le sumaría una de las funciones que cumple el móvil: llenar vacíos y hacernos más llevadero el aburrimiento. Hasta hace unos años disfrutábamos o manejábamos como podíamos estas situaciones. Hoy en día, ante cualquier espera o vacío echamos mano del móvil.
Nos vamos creando la necesidad de estar hiperconectados a todo. A las personas (en ocasiones con una falsa conexión), a la información, al trabajo, a las últimas tendencias, a subir la última foto o darle un like, etc. Además al recibir tanto estímulo, estamos a todo y a nada. No nos pausamos lo suficiente ni lo integramos porque pasamos de una cosa a otra con rapidez. Es todo inmediato.
¿Y si pusieras el móvil en modo off?, ¿qué pasaría?
Te propongo apagar el móvil o ponerlo en silencio durante más tiempo al día. No entres en pánico, poco a poco. ¿En qué momentos? En la pausa del café. Lee un libro si vas en metro. Apaga el móvil al salir del trabajo. Si estás comiendo, come. Si la comida es en compañía, habla y deja las fotos para después. Ejercita tu memoria para recordar un dato antes de buscarlo en la wikipedia o en google maps. Si estás con tu pareja viendo una serie en el sofá, dejad los móviles a un lado y simplemente estad en ese momentos juntos y disfrutando de vuestra serie. Si estás trabajando, evita distracciones y silencia el móvil. ¿En qué otras situaciones de tu día a día puedes apagar el móvil?
Observa cómo manejas los vacíos y los silencios. De esos tiempos ‘sin hacer nada’ pueden llegar importantes reflexiones. O simplemente desconecta y deja descansar la mente y la vista. Disfruta de lo que estás haciendo.
¿Qué pasaría entonces si pusieras el móvil en modo off? Superada la ansiedad y el vacío iniciales, nada malo y mucho bueno. Estarías en el aquí y el ahora. Y estarías más en contacto contigo.
Y tú ¿también abusas del móvil? Yo estoy aprendiendo a desconectarme, y a conectarme… merece la pena.
Si te cuesta desconectar y conectarte con la vida… ¿nos tomamos un té y hablamos?
Y siempre,
Caminando Contigo…
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